
Los indigentes de Tel Aviv reciben comida casera mientras Ron Cantor (en el medio), anciano de la Congregación Tiferet Yeshua, les da esperanza para el ahora y la eternidad.
En los lugares más oscuros, la luz brilla más fuerte. La Congregación Tiferet Yeshua se encuentra en la frontera entre el centro financiero en pleno auge de Tel Aviv y la zona sur de Tel Aviv, hogar de algunas de las comunidades más pobres, marginadas y necesitadas del país. Cuando comenzamos a recorrer las calles hace ya algunos años para dar testimonio y orar por la gente, tuvimos que enfrentarnos con la situación extrema de muchas personas que estaban en las cercanías de las instalaciones de nuestra congregación. Dios nos llamó a tenderles la mano, por eso comenzamos el proyecto Feed Tel Aviv (Alimenta a Tel Aviv) en diciembre de 2017. Preparamos potes de comida casera bien caliente y nos dirigimos a la estación central de autobuses de Tel Aviv —una de las peores zonas de Israel, apodada “la capital del crimen de Israel”—, un lugar donde los indigentes y los drogadictos van a parar junto con trabajadores ilegales y refugiados de África. Es un lugar de burdeles donde los hombres y las mujeres esclavizados por la industria del sexo se encuentran con sus clientes y traficantes. En pocas palabras, es un lugar donde reinan el pecado, la oscuridad y la desesperanza. Como nuestra misión es mostrar el amor de Dios a nuestra ciudad, decidimos que este lugar era el que más necesitaba nuestra ayuda. Cada jueves, llevamos todo lo que cocinamos a un comedor comunitario que se ubica en una de las zonas más difíciles. Estamos allí desde que cae la tarde hasta bien entrada la noche con comida nutritiva, ropa de abrigo, canciones de alabanza y el Evangelio de la esperanza. Los viernes, una pareja de nuestra congregación, junto con otros voluntarios, cocina la cena y la sirve afuera, en la calle, para aquellos que no tienen un lugar donde comer. En la cultura judía, las cenas de los viernes representan un símbolo de familia, amabilidad y unión. De modo que todos los viernes a la tarde, en el medio de un parque público al lado de la estación central de autobuses, llueva o esté soleado, cualquier persona en situación de indigencia puede venir, disfrutar de una cena casera y ser asistido con amor, cuidados, plegarias y las Buenas Nuevas.
Momentos después de darle una pitada a “Nice guy” (“Buen Chico”) —una droga barata y tóxica hecha de veneno contra cucarachas y tabaco—, el hombre quedó en estado zombi.
Una cuestión de vida o muerte
Después de haber conocido a tantas personas este último año, descubrimos que el común denominador entre todas ellas es la falta de esperanza: están convencidas de que Dios las maldijo y las condenó a vivir como la escoria de la sociedad. Cientos de veces, hemos rezado con estas personas para motivarlas y para pedirle a Dios que les lleve amor a sus corazones y que les muestre que tan valiosas son para Él. Una vez oramos por una drogadicta que estaba completamente destrozada; había pasado por innumerable cantidad de hospitales y centros de rehabilitación, y sentía que ya nadie podía ayudarla. Estuvo a punto de morir en el banco de una plaza mientras gritaba de miseria y de dolor, literalmente. Dimos testimonio del poder de Dios para salvarla y, cuando rezamos, la inundó el sentimiento más increíble de paz. La expresión de su rostro cambió por completo. Unos días después, volvimos a la zona y nos enteramos de que había muerto. No sé si falleció aquella misma noche en la que le dimos testimonio y rezamos con ella, pero lo que sí sé es que el Señor nos envió aquel día para transmitirle un importante mensaje de esperanza.
En una noche típica, se ven personas drogándose en plena calle.
Un hombre que buscaba una prostituta encuentra la palabra de Dios
Como las drogas y la prostitución son cuestiones cotidianas en la zona en la que ayudamos, solemos cruzarnos con personas que buscan drogas o sexo. Una tarde, un hombre que había ido a la zona en busca de una prostituta se quedó intrigado con nuestra presencia y nos preguntó quiénes éramos y qué hacíamos allí. Después de un tiempo de darle testimonio y de compartir con él palabras de las Sagradas Escrituras, este hombre —visiblemente conmovido por nuestra conversación— dijo: “Vine aquí esta noche porque mi yetzer harah (naturaleza perversa) quería sexo, pero en cambio recibí la palabra de Dios”. Se subió a su automóvil y dijo que volvería a su hogar.
Voluntarios entregando tazas de té caliente en una noche fría y compartiendo un mensaje esperanzador.
Un musulmán indigente tiene hambre de Dios
Casi siempre que estamos en la zona, nos cruzamos con Samir (no es su nombre verdadero), un indigente de edad avanzada que suele sentarse en una silla de ruedas a pedir limosna aquí en una intersección cercana. Una vez le pregunté como él, siendo musulmán, terminó en Tel Aviv. Aparentemente, también era un indigente en su pueblo, y agregó: “En mi pueblo, todos me ignoraban y nadie me ayudaba. Al menos aquí, en Tel Aviv, las personas tienen piedad y me ayudan”. Samir siempre hablaba con nosotros y era amable, pero no le interesaba en lo más mínimo el evangelio. Además, muchos de los traficantes de esta zona son musulmanes, y él era lo suficientemente cuidadoso de no hablar de cuestiones religiosas con nosotros para no llamar su atención. Un tiempo después, en diciembre de 2018, un grupo de estudiantes de la Escuela Bíblica Glaubenzentrum, de Alemania, estaba con nosotros en una de las jornadas de ayuda cuando una de las jóvenes vio a Samir y sintió que debía rezar por él. Mientras nosotros estábamos allí, en esa esquina fría y lloviznosa, la joven rezó en inglés por Samir; yo traduje, y Samir dijo que se sentía colmado y rodeado de afecto. Desde ese día, nos busca y quiere saber más sobre Yeshúa. Lo veo todas las semanas, y su hambre de Dios se acrecienta cada día más. Ya no le interesa si lo escuchan hablando sobre “Yeshúa con esos judíos”. No está lejos del Reino de Dios.
Voluntarios de Tiferet Yeshua comparten una bebida caliente y las Buenas Nuevas con los indigentes de Tel Aviv.
Nuestra visión para el Proyecto Feed Tel Aviv (Alimenta a Tel Aviv) en el 2019
Este año queremos expandir nuestro alcance para llegar a más personas todavía. En este momento, el espacio en el que preparamos toda la comida para la ayuda comunitaria llegó a su límite. Nuestra meta es, por mes, poder servirles a mil personas pobres y necesitadas una comida caliente, frutas o vegetales frescos, algo para beber y también poder asistirlos con frazadas y ropa de abrigo en los meses de frío.
Voluntarios de nuestra congregación se sientan en la mesa comunitaria junto con hombres indigentes de la calle, lo que hace que se asemeje a una comida familiar donde no solo reciben comida casera y nutritiva, sino que también pueden expresarse y compartir lo que sienten para que luego se los asista y se rece por ellos (la mayoría de las personas en situación de calle ha sido explotada o abusada de alguna manera).
$1.50 alimentan a una persona; $15.00 a diez personas. A través del Proyecto Feed Tel Aviv (Alimenta a Tel Aviv), el Evangelio continuará llegando con el amor y la misericordia del Mesías a los más necesitados y, a la larga, dará el testimonio más fuerte de Yeshúa en nuestra ciudad.
“Estuve desnudo y ME vistieron; Estuve enfermo y ME cuidaron; Estuve en prisión y ME visitaron”.
Mateo 25:36
Participa hoy mismo en el Proyecto Feed Tel Aviv (Alimenta a Tel Aviv) para bendecir a los más pobres de los pobres de nuestra ciudad.
¡Te necesitamos!
Te invitamos a colaborar este mes con una donación extra de $1.50, $15 o $150 para el proyecto de Moti: ¡FEED TEL AVIV (ALIMENTA A TEL AVIV)!
Moti Cohen, el queridísimo anciano de la Congregación Tiferet Yeshua, es el fundador y organizador del PROYECTO FEED TEL AVIV (ALIMENTA A TEL AVIV)
Por Moti Cohen – Maoz Israel